Con motivo del centenario del nacimiento de Pierrette Gargallo, el Museo Pablo Gargallo organizó una exposición que celebraba no solo la vida de la hija del escultor, sino también a la incansable promotora del legado artístico de su padre. La muestra ocupó tres salas del museo, articulando de forma cronológica los hitos vitales de Pierrette: desde su infancia entre artistas en el París de los años veinte, pasando por su etapa como escultora en la Barcelona de posguerra, hasta su papel clave como impulsora del museo que hoy lleva el nombre de su padre en Zaragoza.
La exposición reunió cerca de 170 piezas entre esculturas, fotografías, cartas, documentos inéditos y publicaciones, muchas de ellas donadas por la familia Anguera-Gargallo. Este archivo íntimo permitió recorrer la biografía de Pierrette desde su propia mirada: desde los años compartidos con su padre, a quien llamaba cariñosamente “Papoum”, hasta la consolidación de su misión de vida, centrada en custodiar, documentar y difundir la obra de Pablo Gargallo en todo el mundo.
Una puesta en escena llena de color y memoria
El diseño expositivo se construyó sobre una narrativa visual clara y directa, dividiendo las salas en bloques temáticos mediante grandes paneles de color saturado —tonos rabiosos, casi vitalistas— que contrastaban con la blancura del espacio, evocando la energía juvenil que Pierrette mantuvo hasta el final de sus días, huyendo de estereotipos melancólicos o nostálgicos. Cada sala se concibió como una etapa de vida, acompañada de frases manuscritas, mapas, fotografías familiares y obras clave.
El uso de las tipografías Gropius Typeface Bold y Neutra Text Book contribuyó a ese equilibrio entre lo moderno y lo evocador de época, en perfecta sintonía con una protagonista que vivió entre vanguardias, pero siempre con los pies en la tierra. Se buscó, en definitiva, una estética que reflejara el espíritu sensible y tenaz de Pierrette, capaz de construir puentes entre generaciones, entre París y Zaragoza, entre la historia del arte y el presente.
Como diseñador de la imagen y el montaje expositivo, asumí el reto de transformar una vida —rica, compleja, marcada por la tragedia y la belleza— en un recorrido claro, emocional y accesible para todo tipo de público. Desde la jerarquía tipográfica hasta la distribución espacial de las obras, pasando por la elección cromática y el diseño de vitrinas y paneles, cada decisión buscó estar al servicio de la memoria, pero también del asombro.
Más allá de la sala
La exposición se acompañó de actividades paralelas como visitas guiadas, una mesa redonda con participación de expertos y familiares, y la donación al museo de más de 1.800 documentos inéditos sobre la obra de Gargallo. Además, el salón de actos del museo pasó a denominarse oficialmente “Sala Pierrette”, como gesto de agradecimiento a quien hizo posible la existencia misma del museo.
La exposición Pierrette Gargallo (1922–2019) fue reconocida como la segunda mejor exposición del año en Aragón por el podcast de arte Esto no es un museo, consolidando así su relevancia tanto a nivel museográfico como emocional.
Con motivo del centenario del nacimiento de Pierrette Gargallo, el Museo Pablo Gargallo organizó una exposición que celebraba no solo la vida de la hija del escultor, sino también a la incansable promotora del legado artístico de su padre. La muestra ocupó tres salas del museo, articulando de forma cronológica los hitos vitales de Pierrette: desde su infancia entre artistas en el París de los años veinte, pasando por su etapa como escultora en la Barcelona de posguerra, hasta su papel clave como impulsora del museo que hoy lleva el nombre de su padre en Zaragoza.
La exposición reunió cerca de 170 piezas entre esculturas, fotografías, cartas, documentos inéditos y publicaciones, muchas de ellas donadas por la familia Anguera-Gargallo. Este archivo íntimo permitió recorrer la biografía de Pierrette desde su propia mirada: desde los años compartidos con su padre, a quien llamaba cariñosamente “Papoum”, hasta la consolidación de su misión de vida, centrada en custodiar, documentar y difundir la obra de Pablo Gargallo en todo el mundo.
Una puesta en escena llena de color y memoria
El diseño expositivo se construyó sobre una narrativa visual clara y directa, dividiendo las salas en bloques temáticos mediante grandes paneles de color saturado —tonos rabiosos, casi vitalistas— que contrastaban con la blancura del espacio, evocando la energía juvenil que Pierrette mantuvo hasta el final de sus días, huyendo de estereotipos melancólicos o nostálgicos. Cada sala se concibió como una etapa de vida, acompañada de frases manuscritas, mapas, fotografías familiares y obras clave.
El uso de las tipografías Gropius Typeface Bold y Neutra Text Book contribuyó a ese equilibrio entre lo moderno y lo evocador de época, en perfecta sintonía con una protagonista que vivió entre vanguardias, pero siempre con los pies en la tierra. Se buscó, en definitiva, una estética que reflejara el espíritu sensible y tenaz de Pierrette, capaz de construir puentes entre generaciones, entre París y Zaragoza, entre la historia del arte y el presente.
Como diseñador de la imagen y el montaje expositivo, asumí el reto de transformar una vida —rica, compleja, marcada por la tragedia y la belleza— en un recorrido claro, emocional y accesible para todo tipo de público. Desde la jerarquía tipográfica hasta la distribución espacial de las obras, pasando por la elección cromática y el diseño de vitrinas y paneles, cada decisión buscó estar al servicio de la memoria, pero también del asombro.
Más allá de la sala
La exposición se acompañó de actividades paralelas como visitas guiadas, una mesa redonda con participación de expertos y familiares, y la donación al museo de más de 1.800 documentos inéditos sobre la obra de Gargallo. Además, el salón de actos del museo pasó a denominarse oficialmente “Sala Pierrette”, como gesto de agradecimiento a quien hizo posible la existencia misma del museo.
La exposición Pierrette Gargallo (1922–2019) fue reconocida como la segunda mejor exposición del año en Aragón por el podcast de arte Esto no es un museo, consolidando así su relevancia tanto a nivel museográfico como emocional.
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