Una identidad racional y contundente para una arquitectura que proyecta desde la lógica
La nueva identidad de Miret Arquitectos nace de la necesidad de alinear visualmente los valores que desde siempre han guiado su arquitectura: claridad estructural, funcionalidad, precisión técnica y una profunda coherencia formal. Tras décadas de trayectoria, el estudio afronta una evolución que también debe expresarse en su lenguaje visual, sin renunciar a su legado, pero con la mirada puesta en el presente y el futuro.
El rediseño parte de una base conceptual firme: representar con sencillez y rigor la esencia del estudio. Frente a la gráfica anterior, de aires que recuerdan a las vanguardias del siglo XX, esta nueva propuesta opta por eliminar todo artificio. La identidad original tenía intencionalidad, y un encanto innegable, muy propio de su época: la tipografía, los bloques de color plano en diagonal y esa estructura tan marcada, tenía personalidad, pero también estaba muy anclada en una estética, que hoy se asocia a una época demasiado concreta. A pesar de ello, ya apuntaba cierta voluntad de diseño claro y sintético.
Identidad anterior de Miret Arquitectos
Edificio Kreuzberg Tower and Wings, proyectado por el arquitecto John Hejduk en Berlín, en 1988
Edificio a 2 vertientes Casa Canal / The Ranch Mine en Phoenix
La elección tipográfica es tan clara como intencionada: Helvetica. Sin artificios, sin concesiones, sin necesidad de demostrar nada. Una tipografía que, desde el llamado "Estilo Tipográfico Internacional", ha construido su prestigio sobre la legibilidad, la objetividad y la universalidad. Es la elección natural para una identidad que no necesita destacar por lo formal, sino por la solidez de sus fundamentos.
La paleta cromática está reducida a la más mínima esencia: el contraste más puro entre blanco y negro. Elegir Helvetica y el binomio blanco/negro no es una renuncia, es una declaración. Quien sabe lo que hace no necesita gritar. Estas decisiones proyectan solvencia, confianza y una ética visual muy coherente con el perfil del estudio.
Este sistema se despliega en distintas aplicaciones, como por ejemplo en el reverso del papel corporativo, donde se convierte en una retícula isométrica funcional que permite tomar notas, esbozar ideas o construir sobre ella. La retícula alude directamente a los procesos de diseño técnico, remitiendo a las herramientas de trabajo del arquitecto. Pasar de una estética a un sistema funcional es un salto inmenso. Esta retícula isométrica no es solo fondo: es herramienta, referencia y metáfora. Comunica técnica, rigor, trabajo manual y precisión. Y además tiene belleza, porque está bien construida. No es decoración, es utilidad y estructura.
La retícula que ordena el sistema visual es otro elemento clave. Deriva directamente de la geometría constructiva del símbolo y se basa en triángulos equiláteros dispuestos en una trama isométrica. Esta malla proporciona una estructura flexible y racional para la disposición de textos y elementos gráficos, y al mismo tiempo establece un vínculo directo con la representación axonométrica propia del dibujo arquitectónico. Su sola presencia sugiere ya una disciplina relacionada con los volúmenes, la técnica y el pensamiento espacial. En su reverso, el papel de carta no se convierte en un simple soporte, sino en una herramienta potencial de trabajo. Diseño que sirve. Forma que estructura. Belleza que nace del uso.
En conjunto, la identidad proyecta una imagen de confianza, rigor y serenidad. No busca impresionar con efectos gráficos, sino con su capacidad de expresar, con claridad y coherencia, el modo en que trabaja este estudio. Una arquitectura fundamentada en la razón, de líneas simples y funcionales, construida desde el interior hacia el exterior, donde la estética no es un añadido, sino una consecuencia inevitable de la estructura, el uso y la lógica.
Este rediseño representa lo que debería ser toda renovación identitaria: interpreta el ADN original, pero lo proyecta hacia el futuro con un lenguaje actualizado, coherente y estratégico. Transforma una estética en una herramienta. Pasa de una tarjeta a un sistema visual. Y lo hace sin ruido, con convicción.
Es una identidad que no solo representa un estudio de arquitectura: lo enmarca dentro de una tradición racionalista que entiende el diseño como método, no como estilo.
Una marca que no grita. Solo afirma.
Una identidad racional y contundente para una arquitectura que proyecta desde la lógica
La nueva identidad de Miret Arquitectos nace de la necesidad de alinear visualmente los valores que desde siempre han guiado su arquitectura: claridad estructural, funcionalidad, precisión técnica y una profunda coherencia formal. Tras décadas de trayectoria, el estudio afronta una evolución que también debe expresarse en su lenguaje visual, sin renunciar a su legado, pero con la mirada puesta en el presente y el futuro.
El rediseño parte de una base conceptual firme: representar con sencillez y rigor la esencia del estudio. Frente a la gráfica anterior, de aires que recuerdan a las vanguardias del siglo XX, esta nueva propuesta opta por eliminar todo artificio. La identidad original tenía intencionalidad, y un encanto innegable, muy propio de su época: la tipografía, los bloques de color plano en diagonal y esa estructura tan marcada, tenía personalidad, pero también estaba muy anclada en una estética, que hoy se asocia a una época demasiado concreta. A pesar de ello, ya apuntaba cierta voluntad de diseño claro y sintético.
Identidad anterior de Miret Arquitectos
Edificio Kreuzberg Tower and Wings, proyectado por el arquitecto John Hejduk en Berlín, en 1988
Edificio a 2 vertientes Casa Canal / The Ranch Mine en Phoenix
La elección tipográfica es tan clara como intencionada: Helvetica. Sin artificios, sin concesiones, sin necesidad de demostrar nada. Una tipografía que, desde el llamado "Estilo Tipográfico Internacional", ha construido su prestigio sobre la legibilidad, la objetividad y la universalidad. Es la elección natural para una identidad que no necesita destacar por lo formal, sino por la solidez de sus fundamentos.
La paleta cromática está reducida a la más mínima esencia: el contraste más puro entre blanco y negro. Elegir Helvetica y el binomio blanco/negro no es una renuncia, es una declaración. Quien sabe lo que hace no necesita gritar. Estas decisiones proyectan solvencia, confianza y una ética visual muy coherente con el perfil del estudio.
Este sistema se despliega en distintas aplicaciones, como por ejemplo en el reverso del papel corporativo, donde se convierte en una retícula isométrica funcional que permite tomar notas, esbozar ideas o construir sobre ella. La retícula alude directamente a los procesos de diseño técnico, remitiendo a las herramientas de trabajo del arquitecto. Pasar de una estética a un sistema funcional es un salto inmenso. Esta retícula isométrica no es solo fondo: es herramienta, referencia y metáfora. Comunica técnica, rigor, trabajo manual y precisión. Y además tiene belleza, porque está bien construida. No es decoración, es utilidad y estructura.
La retícula que ordena el sistema visual es otro elemento clave. Deriva directamente de la geometría constructiva del símbolo y se basa en triángulos equiláteros dispuestos en una trama isométrica. Esta malla proporciona una estructura flexible y racional para la disposición de textos y elementos gráficos, y al mismo tiempo establece un vínculo directo con la representación axonométrica propia del dibujo arquitectónico. Su sola presencia sugiere ya una disciplina relacionada con los volúmenes, la técnica y el pensamiento espacial. En su reverso, el papel de carta no se convierte en un simple soporte, sino en una herramienta potencial de trabajo. Diseño que sirve. Forma que estructura. Belleza que nace del uso.
En conjunto, la identidad proyecta una imagen de confianza, rigor y serenidad. No busca impresionar con efectos gráficos, sino con su capacidad de expresar, con claridad y coherencia, el modo en que trabaja este estudio. Una arquitectura fundamentada en la razón, de líneas simples y funcionales, construida desde el interior hacia el exterior, donde la estética no es un añadido, sino una consecuencia inevitable de la estructura, el uso y la lógica.
Este rediseño representa lo que debería ser toda renovación identitaria: interpreta el ADN original, pero lo proyecta hacia el futuro con un lenguaje actualizado, coherente y estratégico. Transforma una estética en una herramienta. Pasa de una tarjeta a un sistema visual. Y lo hace sin ruido, con convicción.
Es una identidad que no solo representa un estudio de arquitectura: lo enmarca dentro de una tradición racionalista que entiende el diseño como método, no como estilo.
Una marca que no grita. Solo afirma.
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